martes, 23 de marzo de 2010

Cambio de cerveza por vino.

El grupo Bemberg está a punto de volver al negocio de las bebidas, pero su regreso no se concretará en el rubro de la cerveza ?que, de hecho, es el que más conocen por haber fundado y desarrollado Quilmes?, sino en el de los vinos. El fondo de inversión Biarsa, controlado por una rama de la familia descendiente de Otto Bemberg, está terminando de cerrar la compra del 50 por ciento del grupo Peñaflor.

La operación comprende la adquisición de la mitad del principal grupo vitivinícola de la Argentina, que en total controla siete bodegas. De acuerdo con fuentes del mercado, el monto total de la operación rondaría los US$ 300 millones. La cifra incluiría no sólo el pago a DLJ (actual dueño), sino también un aporte de capital para financiar los planes de inversión del grupo bodeguero.

"El ingreso del nuevo accionista no incluiría cambios en el management", explicaron a La Nacion fuentes del grupo Peñaflor.

El actual dueño del 100% de Peñaflor es el fondo de inversión norteamericano DLJ (Donaldson, Lufkin and Jeanrette), que puso un pie en el mercado vitivinícola argentino a fines de los 90, cuando se alzó con el control del paquete accionario de la firma fundada por la familia Pulenta.

Para su ingreso en el rubro vitivinícola, los ex dueños de Quilmes convocaron a dos ejecutivos con experiencia en el negocio cervecero, como Agustín García Mansilla y Néstor del Campo, que dirigieron exitosamente los negocios de Cervecería y Maltería Quilmes hasta la venta de la empresa al grupo brasileño Ambev.

Hoy, Peñaflor es el principal grupo en el negocio del vino. El holding controla siete empresas: El Esteco, Trapiche, Las Moras, Santa Ana, La Rosa, Andean Viñas y Peñavid (mosto) y sus ventas en 2009 superaron la barrera de los 1000 millones de pesos. En cuanto a la producción, el grupo cuenta con más de 5000 hectáreas en explotación, con una presencia en las principales provincias productoras de vino de la Argentina como Mendoza, San Juan, Salta y Catamarca.

Peñaflor también tiene una fuerte inserción en el mercado internacional, y en la actualidad exporta sus vinos a más de 70 países.
Consumo masivo / Se vende el mayor grupo vitivinícolaLos Bemberg invierten en vinos

El fondo Biarsa, controlado por los ex dueños de Quilmes, está a punto de comprar el 50% de Peñaflor

lanacion.com | Economía | Martes 23 de marzo de 2010

martes, 1 de diciembre de 2009

La logística, clave para superar la crisis mundial.

Cada media hora, el Grupo Peñaflor exporta un contenedor con vino argentino.

El crecimiento que tuvo el negocio internacional de la bodega en los últimos años demanda un grado de agilidad que hoy aporta un aliado fundamental: la aduana domiciliaria.

El mes pasado, mediante una resolución de la Dirección General de Aduanas (DGA), las operaciones de comercio exterior desde la planta de San Juan, fueron incorporadas al régimen de aduana domiciliaria. El sistema permite realizar el control de las operaciones de exportaciones dentro de la bodega, y se suma de este modo a la aduana domiciliaria que la firma tiene habilitada desde 2007 en su fábrica de Mendoza.

"Este esquema permite mejorar los tiempos de respuesta a los procesos logísticos y de servicio al cliente para los mercados internacionales. Actualmente exportamos a 70 países y somos líderes tanto en el mercado interno como en ventas externas de vino embotellado", dijo a LA NACION Marcelo Díaz, gerente Customer Service para Negocios Internacionales de Peñaflor.

La gerencia a cargo de Díaz se encarga de brindar servicios para el cliente de comercio exterior, de consolidar los despachos de las seis bodegas que tiene el grupo. "Cada bodega es independiente en cuanto a su viña, su enólogo, su ingeniero agrónomo, sus productos, su marketing, su comercialización, pero consideramos estratégico el hecho de poder organizar los despachos de exportación desde un único centro del que fluyen los vinos embotellados", explicó.

Díaz admitió que el proceso para contar con una aduana domiciliaria es "bastante álgido" porque la aduana extiende su acción de contralor desde los puntos de salida internacional de la mercadería, como son las zonas aduaneras primarias, lo que exige, además de un mínimo de operaciones y facturación anual -es decir ser considerado gran operador-, confiabilidad y exigibilidad fiscal impoluta y comprobada.

Luego contó que cuando en 2004 el Grupo empezó a notar que sus exportaciones tenían un crecimiento sostenido, los inversores decidieron acompañar ese aumento no sólo desde el punto de vista de la producción, con la incorporación de más viñedos, por caso, sino en el aspecto logístico, y allí surgió el recurso de la aduana domiciliaria.

"Quienes estamos en esta actividad sabemos lo complejo que es poder desarrollar y mantener mercados globales, donde resulta tan estratégica la calidad de los productos y la destreza comercial, como el servicio al cliente. Y este servicio al cliente es entendido en entregas en tiempo y forma. Esta crisis macromundial nos llevó a entender que nuestros clientes también buscaban minimizar sus costos en concepto de stock de mercadería ociosa, y los limitaron a tal punto que nos obligó a tener un nivel de despacho más ágil y dinámico para poder abastecerlo. Es parte del famoso just in time del que se habla, que fue muy necesario y los está siendo en este momento", señaló Díaz.
Aduana domiciliariaUna vía para agilizar las exportaciones

El Grupo Peñaflor empezó a realizar operatorias de despacho internacional desde una de sus bodegas en San Juan; los efectos de la crisis en el sector

lanacion.com | Comercio exterior | Martes 1 de diciembre de 2009

lunes, 23 de noviembre de 2009

¿Cómo sobreviven las bodegas chicas a la distribución?

El negocio glamoroso del vino se termina cuando llega el proceso de comenzar a vender. El sueño del gran vino con valor agregado que se vende sólo por sus altos estándares de calidad se diluye cuando las pequeñas bodegas tienen que empezar a pensar en vender sus vinos y colocarlos tanto en el mercado interno tan competitivo.

La difícil tarea de la distribución hace mella y hoy, vender vino en Argentina se hace muy difícil cuando los presupuestos son ajustados y se tiene que lidiar con las altas barreras que fijan los jugadores en los canales “on trade” (botella abierta, restaurantes, bares, etc) y “off trade” (botella cerrada, supermercados, hipermeracados).

Con un mercado altamente atomizado, el negocio de vender vino en Argentina es escabroso y complicado para todos los emprendimientos familiares y boutique que surgieron a principios de esta década. Hoy, para entrar en cualquier canal de venta, las grandes bodegas fijaron barreras tan altas que para los pequeños es prácticamente imposible sortear.

“Los restaurantes son un gran aliado de las bodegas pequeñas como nosotros, ya que la exposición del producto en una mesa donde en promedio comen 4 personas es mayor que en una góndola donde la venta es uno a uno. Ahora, con respecto a las condiciones que se imponen, los restaurantes piden incorporación sin cargo, lo que es muy dañino para este negocio y para las bodegas pequeñas, ya que el consumidor tiene pocas opciones de vinos en carta y no necesariamente son los que le dan gran rotación, sino los que pusieron más producto gratis o efectivo”, sostuvo Patricio Reich de Bodega Renacer.

La competencia es ardua y todas las bodegas se las ingenian para poder sortear los problemas que vienen de un comerciante acostumbrado a conseguir mucho producto gratis a cambio de aparecer en una carta.

“La verdad es que las grandes bodegas fijan fuertes barreras de entrada para bodegas pequeñas. Los restaurantes y vinotecas se dejan querer con los altos montos que les entregan las grandes bodegas en producto gratis y efectivo, además de productos relacionados que pueden requerir los distintos canales, como heladeras, sillas, mesas, fraperas, etc. Cuando una bodega pequeña llega a ofrecer los vinos a un nuevo restaurante o vinoteca, éstos piden producto gratis o efectivo para poder estar en la carta o góndola. Nuestros proveedores no nos regalan nada y tampoco les exigimos nada para trabajar con Renacer, por ende la competencia es difícil”, remarcó Reich.

Distribución 2+1
2+1 es el estándar para poder comenzar a hablar en los restaurantes importantes de las provincias argentinas, algo muy difícil de sostener tanto para los distribuidores como para las bodegas.

“El desafío se encuentra a la hora de posicionar el producto o la marca porque, si bien nadie discute la calidad, es sabido que el mercado actual requiere de ciertas inversiones de marketing que no todos los bodegueros boutique están dispuestos a hacer. En este punto es donde recae toda la responsabilidad en el distribuidor que tiene que mantener los niveles de ventas en un mercado invadido por importantes bodegas que realizan constantemente grandes inversiones en casi todos los puntos de ventas donde se encuentra la marca o el producto”, indicó Gisela Carvallo de la distribuidora Wine Supply.

Para Reich, “salirse de este modelo de negocio es muy difícil. Creo que el equilibrio va cuando a un restaurante o vinoteca le interesa incorporar bodegas que le entreguen alta rotación y no necesariamente producto gratis. ¿De qué sirve tener productos gratis a estos canales si no se pueden vender o rotar? Para mí, los canales más especializados están en el camino correcto, informándose de los puntajes que adquieren las bodegas, los comentarios boca a boca e incorporando sommeliers y gente capacitada en los puntos de venta”.

“Nuestros principales clientes son los restaurantes y las vinotecas. No hemos cambiado nuestras condiciones comerciales y los profesionales de compras lo entienden. Resulta más difícil manejarnos cuando se confunden las capacidades de negociación de las grandes bodegas y de las que tienen menos recursos, pero hicimos un esfuerzo sobre las bonificaciones al momento de dar de alta un cliente", contó Thierry Boulenger, gerente comercial de Carmín, que distribuye vinos de Cinco Tierras y Chakana.

Las estrategias para sobrellevar y colocar el producto son muy variadas, pero principalmente para poder sobrevivir y generar retorno, lo que buscan las pequeñas bodegas es lograr una representación zonal en diferentes puntos del país. En esta ecuación, las grandes cadenas de supermercado quedan afuera, porque por lo general, piden grandes descuentos para estar y mantenerse.

Además, buscan la alta rotación de los productos para mantenerlos en algún rincón de las góndolas. En este esquema de trabajo, las bodegas buscan desde la venta personalizada a restaurantes específicos, vinotecas, entre otros y principalmente, salirse del circuito extremadamente comercial, donde sólo se busca el descuento.

"La forma en la que trabajamos es con distribuidores zonales, respetando zonas de cada distribuidor. Enviamos el vino con la empresa de transporte con la que nosotros trabajamos y cotizamos puesto en destino. Para competir con las grandes bodegas trabajamos con acciones de marketing que no impliquen relaciones a grandes escalas, es decir, merchandising a medida, promociones especiales por evento, entre otros. La competencia en las grandes ciudades está casi perdida para las pequeñas bodegas, en cambio, en ciudades chicas, es más fácil entrar", advirtió Martín Hinojosa, de Bodega Hinojosa.

Por su parte, Raúl Granata de bodega Carmine Granata dijo que “comercializamos los vinos de forma personalizada. Estamos trabajando mucho con el enoturismo y las personas se contactan a través de ese medio. Además, tenemos una persona de la bodega que trabaja en el mercado interno. Nuestra producción es de aproximadamente 100.000 botellas al año y el 40% está destinado al mercado interno”.

En tanto, Alejandro Fadel de Bodega La Azul, sostuvo que “en mi caso, con el tiempo he ido armando representantes en distintas zonas del país como Rosario, Buenos Aires, Córdoba, Neuquén y Río Negro. Tengo dos sistemas, uno en donde la bodega vende el producto al distribuidor y otro de representantes, donde la bodega vende al cliente final y los vendedores tienen una comisión”.

Perspectivas 2010
Aunque vender se hace difícil, las bodegas ven mejores perspectivas para 2010. "Veo muy positivo el 2010 ya que la economía mundial entrará en una nueva etapa. Esperamos que el recupero de la crisis tenga una fuerte repercusión en Argentina y por ende, los vinos de alta gama con precios en góndola superiores a 40 pesos comiencen nuevamente a moverse”, dijo Patricio Reich de Renacer.

Gisela Carvallo de Wine Supply indicó que “los próximos años habrá oportunidades para los vinos boutique como propuesta para un mercado más exigente”.

Los Andes online

miércoles, 7 de octubre de 2009

La banca no está preparada para este sector, que tiene una inmovilización del capital altísima y un retorno de la inversión a partir del segundo año.

El vino argentino es un caso digno de estudio. Tiene virtudes propias para transmitirles estrategias innovadoras a otras industrias, y techos para su crecimiento comunes a otros sectores de la economía real.

Por empezar, es un cluster: amén de que naturalmente las ventajas comparativas se expresan muy bien en la geografía de los valles y pedemontes mendocinos, trasciende la concentración empresaria y la integración vertical.

Las bodegas y los proveedores de insumos (desde mangueras y bombas para el riego por goteo hasta las mallas antigranizo) y de servicios (ingenieros agrónomos, enólogos y licenciados en turismo) confluyen en los viñedos, y esta realidad obligó a un necesario pensamiento estratégico conjunto que se expresa en el trabajo de organismos privados, públicos y mixtos donde la información sobre los costos de producción y comercialización se exige, se debate y se comparte.

Los presupuestos que manejan instituciones como Wines of Argentina son menos siderales que efectivos y, en última instancia, se traducen en planes de acción de revisión y reformulación periódica, como sucedió semanas atrás, en un workshop que duró todo un día en el Hotel Diplomatic, donde la consultora Area del Vino hizo una presentación de la situación del mercado, proyecciones y tendencias donde lo único que quedó al azar fue cómo será el clima en la próxima vendimia.

Pero además de este trabajo en red, el vino argentino ostenta el ansiado mérito de llegar al exterior con marca propia. En medio de una persistente tradición argentina de primarización exportadora, el vino es un producto con valor agregado, que exporta descriptores propios de la cultura argentina e historias en cada etiqueta que puede percibir directamente el consumidor extranjero.

Así, la industria gana posiciones en todo el mundo con más de 2000 marcas a esta altura, en manos de unas 400 bodegas que elaboran un portfolio de productos (tranquilos -blancos, tintos y rosados- y espumantes) procedentes de distintas zonas; con varietales globales, otros que encontraron aquí su mejor expresión (como el Malbec) y otros autóctonos (como el Torrontés).

La industria puede ser analizada de principio a fin en una cátedra de marketing. Exporta, es cierto, poco menos de 500 millones de dólares. Pero es una de las pocas que resume el abstracto y difícil de comunicar concepto de "argentinidad" en un producto físico.

El caso de estudio se completa no sólo con la virtud de haber sido, por ejemplo, la industria que más creció en posicionamiento en el exterior -entre competidores con más años en el mercado como Chile o Australia y en plazas recesivas como Estados Unidos- sino que además arrastra el ancla de ser híper intensiva en capital de trabajo en un entorno de escaso financiamiento.

El vino argentino capea la crisis porque las bodegas se adaptaron a las demandas de los distribuidores, que exigen diversificación del portfolio. Por eso, cuando la crisis deprimió el consumo, cambió la banda de precios de los vinos elegidos, y había oferta allí también.

"La situación mundial actual es agresiva para el mundo del vino", sintetizó Javier Merino, gerente de Area del Vino, que tuvo a su cargo la presentación de la radiografía del cluster . "Cambiaron los patrones de consumo, y las modificaciones cambiarias y de tasas de interés afectaron las decisiones de inversión de los importadores", destacó.

Merino ajustó las tendencias macro a los niveles de ingreso y gasto de los habitantes y a las inversiones de los importadores.

Perfil

"La Argentina es el noveno consumidor mundial de vinos. Es el séptimo exportador por volumen y el décimo en valor. Si bien tiene precios relativos menores (un 38% debajo del promedio), los precios vienen aumentando a un ritmo del 9% anual", agregó.

Las exportaciones argentinas de vino crecieron entre 2002 y 2008 a tasas superiores al 30%. Por primera vez, fueron las más altas del mundo, traccionadas por Estados Unidos y Canadá. Pero lo impresionante es que lograron mantener el crecimiento en el primer semestre de 2009, sobre todo en precio promedio: las botellas entre 13 y 20 dólares crecieron un 28%; la franja de los 20 a los 27 dólares incrementó sus ventas en un 29,5%, y las etiquetas comercializadas entre 27 y 40 dólares lograron un aumento del 20% de las exportaciones.

Socios del Norte

Estados Unidos, el mercado por antonomasia que impulsa las ventas argentinas, por ejemplo, venía aumentando sus compras a un ritmo de casi 10% anual entre 2002 y 2008. Entrada la crisis, en el primer semestre de este año, las importaciones se deprimieron un 15,7%. En este destino, la Argentina tenía una performance del 32,9% de crecimiento. No sólo sigue creciendo, sino que lo hace al 34%. "Los vinos argentinos están provocando un fuerte desplazamiento de sus competidores", ilustró Merino.

Canadá es la gran sorpresa. Con menos volumen que Estados Unidos tanto de consumo como de compras, pasó de un crecimiento de mercado del 17% anual a un decrecimiento del 15% en el primer semestre. La Argentina, contra toda tendencia, aumentó un 53% sus embarques.

La deuda está en el Reino Unido, aunque es un mercado que presiona a la baja los precios, y la competencia es feroz. De un crecimiento promedio del 9% cayó a un 30%. Allí, los envíos locales aumentaron un 1,9% (en medio de una caída generalizada de los competidores). Y en Brasil, país donde la Argentina es dueña de un 22% del mercado, el aprovisionamiento se mantuvo constante.

"La demanda giró hacia los vinos argentinos. Aún cuando disminuyó su consumo, privilegió nuestros los vinos, gracias a una muy lograda relación entre precio y calidad", explicó.

"El consumidor norteamericano -apuntó José Asencio, de Familia Zuccardi- está descubriendo mejores calidades a precios más convenientes, como el Malbec. No es un mercado de precios bajos, y el que más crece está entre los 10 y 15 dólares. Lo que antes consumía por encima de los US$ 20 lo encuentra ahora en mejor calidad y a menores precios", manifestó.

La industria fantasea con la promoción directa al consumidor, habida cuenta de la madurez que exhibe el mercado norteamericano. Sin embargo, Andrés Belinsky, de Terrazas de los Andes, cree que todavía queda un largo camino por recorrer con los canales, intermediarios ante el consumidor. "Tenemos que ayudarlos a vender nuestro producto, porque el canal sigue incidiendo fuerte en las decisiones de compra del consumidor", dijo.

Mucho más cauto, Matías Fraga, de Escorihuela, se preocupó por el volumen disponible que tiene la Argentina para Estados Unidos (donde hoy participa con el 4%). "¿Cómo aumentamos nuestra producción sin bajar la calidad?", dijo. Esta es, por lejos, una de las mayores incógnitas de la industria.

El flujo de fondos

Es que más allá de reflexionar sobre la efectividad de las ferias, misiones inversas, invitaciones a periodistas extranjeros especializados, estimular la promoción del Torrontés sin abandonar la consolidación del Malbec, y de si el polo, el tango o la cordillera de los Andes son descriptores viables para el doble logro de diferenciación y posicionamiento del vino argentino, la lupa se posó en la rentabilidad del negocio y en la solidez de su flujo de fondos.

"Casi el 70% de las bodegas está con una TIR [tasa interna de retorno] inferior al 10% anual. No se qué ven los que dicen que el sector es atractivo para invertir", ironizó Merino.

El sinceramiento llegó de la mano de un dato: por cada 100 dólares vendidos son necesarios 70 dólares inmovilizados para capital de trabajo.

Y, de nuevo, la paradigmática paradoja argentina: el negocio va bien y se embarca un contenedor; después la demanda pide tres contenedores más; el autofinanciamiento queda chico, el banco dice que la prefinanciación está agotada y los proveedores están con la lengua afuera y no pueden estirar más la cadena de cobro? El aumento de las exportaciones es difícil de financiar.

"La industria exportadora requiere de unos 350 millones de dólares en capital de trabajo", indicó.

Encima, el financiamiento no sólo es escaso, sino que es caro. En 2008 se necesitaba el 24,6% del ebitda (ganancias antes de intereses, impuestos y amortizaciones) para financiar el capital, y la crisis recién se asomaba. No se sabe cuánto quedará de margen este año.

"Al mundo le va mal, a los competidores peor. A nosotros nos va bárbaro, pero tenemos que convivir con la mochila argentina", resumió Merino.

Lo que regó la planta de la industria del vino fue, sobre todo, las inversiones extranjeras, que se cortaron cuando veían que los fondos se depositaban en un país cuyo riesgo supera permanentemente los 600 puntos.
Sector exportadorEl vino es un caso de estudio

La industria trabaja como

lanacion.com | Comercio exterior | Martes 6 de octubre de 2009

lunes, 14 de septiembre de 2009

El consumidor va conociendo cada vez más y quiere probar diferentes sabores.

Las cervezas premium lograron esquivar la crisis. Después de seis años seguidos de aumento en el consumo a costa de otras bebidas, la industria cervecera argentina cerrará este año sin un crecimiento en las ventas o, en el mejor de los casos, con una suba del 1 por ciento. La desaceleración del negocio contrasta con el avance sostenido de las marcas más caras, que en los últimos cinco años triplicaron su participación de mercado y para 2009 proyectan un alza del 15 por ciento.

La capacidad de las premium para mantener su ritmo de expansión, además, llevó a las principales compañías del rubro a reflotar sus planes de lanzamientos apuntados al segmento más alto del mercado, con el foco puesto, especialmente, en la incorporación de nuevas marcas importadas, como las uruguayas Pilsen, Patricia y Zillertal, que acaba de comenzar a distribuir Quilmes, o la italiana Moretti, que se prepara para presentar CCU.

En la actualidad, el segmento de cervezas premium representa el 10% del mercado total de cervezas, con ventas por 1,7 millones de hectolitros, lo que significa una facturación cercana a los $ 600 millones anuales. El negocio es liderado por Stella Artois, una marca de origen belga que desde hace cinco años Quilmes elabora en su planta de Zárate.

"Se trata de un fenómeno paralelo al que ocurrió con los vinos. El consumidor va conociendo cada vez más y quiere probar diferentes sabores. Con el crecimiento de la oferta, además, lo que se logra es expandir la base de consumidores, que en los últimos tres meses se amplió un 6 por ciento. Se trata de personas que hasta ahora no consumían habitualmente cerveza y que ahora están ingresando en el negocio básicamente a través de las marcas premium", señaló Ricardo Fernández, vicepresidente de Marketing de Cervecería y Maltería Quilmes.

La empresa participa en este segmento premium no sólo con Stella Artois, sino también con las marcas Patagonia, Iguana y las llamadas variedades de Quilmes: Stout, Red Lager y Bock. Su principal rival en este mercado es la compañía de origen chileno CCU, que elabora localmente las marcas Heineken e Imperial y, además, cuenta con un amplio espectro de cervezas importadas, como las mexicanas Corona y Negra Modelo; la alemana Paulaner, y la chilena Kunstmann.

"A pesar de la crisis, el mercado premium sigue creciendo, gracias a la migración del consumo de los bares y restaurantes al hogar. La gente está gastando en forma diferente y, en muchos casos, prefiere juntarse en una casa para comer y, en ese momento, se produce el salto de un producto masivo a una marca premium", explica Mariano Bearzy, director de la marca Heineken.
ConsumoNo llega la crisis a las cervezas

El negocio crecerá 15% este año; las marcas importadas vuelven al mercado argentino

lanacion.com | Economía | Lunes 14 de setiembre de 2009

domingo, 13 de septiembre de 2009

Navarro Correas inauguró su nueva bodega en Mendoza.

Navarro Correas inauguró su segunda bodega en Mendoza, Finca Agrelo, que demandó una inversión de US$ 14 millones. El objetivo es ampliar su participación en el segmento de vinos premium con las líneas Alegoría y Structura.

"Esta fue la única inversión en América latina y demuestra la confianza que tenemos en la Argentina y en el vino mendocino. Creemos que nos va a ir muy bien", dijo a LA NACION, Randy Millan, director regional de Diageo, el grupo internacional propietario de la bodega.

El 70% de la producción de Finca Agrelo se destinará a exportación y el 30% al mercado interno. Estados Unidos, Europa y Brasil aparecen como principales destinos internacionales.

"Para tener presencia afuera, la marca también tiene que tener una identidad y ser líder en la Argentina", expresó Millan. Y comentó que tienen buenas oportunidades para posicionarse en Estados Unidos en el segmento premium y super premium de vinos que se comercializan por encima de los US$ 12.

La nueva bodega, ubicada en Luján de Cuyo, le va a permitir a Navarro Correas incrementar su producción en 1,5 millones de litros, con la posibilidad de expandirse hasta cuatro millones, si la demanda así lo exigiera. La productividad de Finca Agrelo se suma a los seis millones que ya se producen en la Cava Godoy Cruz.

"Esta inversión se decidió hace cuatro años. Tenemos confianza, pero somos realistas; vamos a ver cómo va el negocio para ver si nos ampliamos hasta la máxima capacidad", dijo Millan. El ejecutivo calculó que con la nueva capacidad productiva pueden operar con tranquilidad durante dos o tres años.

"Somos una compañía de bebidas alcohólicas premium. Construimos grandes marcas y queremos centrarnos más en vinos, con los que crecimos al 10%, pero hay que hacerlo bien. Vemos que Navarro Correas va a seguir creciendo", señaló el ejecutivo. Por eso, una gran porción de los US$ 14 millones totales de inversión se orientó a mejorar la calidad del vino con innovaciones en tecnología y arquitectura.

El portfolio de Diageo incluye marcas como J&B, Johny Walker, José Cuervo, Bayleys, Guinnes, Kilkenny, Sminrof y Tanqueray entre otras. En la Argentina, también son propietarios de vinos San Telmo y Cuesta de Madero. Las bebidas espirituosas del grupo de mejor desempeño en el mercado local son J&B, Johny Walker y Bayleys.

La apuesta de Finca Agrelo incluye también el impulso al espumante de la marca que en breve será lanzada en Venezuela.

El ejecutivo explicó que las ventas de Diageo cayeron mundialmente, aunque la facturación se mantuvo y las ganancias subieron un 4%. "No era lo planificado, pero, teniendo en cuenta las circunstancias, nos fue muy bien", comentó.

Millan opinó la crisis políticas ya no generan tantas consecuencias en la economía de la región como antes. "Las crisis vienen y se van; eso aprendí en América latina. Lo peor de la crisis ya pasó. Brasil y Colombia se están recuperando y la Argentina está funcionando. Al final del día, todos los gobiernos quieren empleo e inversión", agregó.

Finca Agrelo está emplazada en un terreno de 50 hectáreas, con una superficie de 11.000 m2 cubiertos.

El proyecto arquitectónico trae como novedad la utilización de acero Cortén Steel para cubiertas y cerramientos, que forma una fina capa de óxido en las tonalidades ocres y rojizas.
ExpansiónNavarro Correas inauguró su nueva bodega en Mendoza

El grupo Diageo invirtió US$ 14 millones para sumar capacidad

lanacion.com | Economía | Domingo 13 de setiembre de 2009

martes, 1 de septiembre de 2009

Secretos para ser un experto en whisky


No todos conocen los secretos de la bebida elegida por amantes de la distinción. FortunaWeb propone un recorrido por la información esencial para saber cuáles son sus diferentes tipos, cómo se cata y qué tener en cuanta a la hora de regalar uno.

Nacido en Escocia, el whisky recibe el rótulo de scotch si fue producido y embotellado en aquel país. Si fue elaborado en Irlanda se lo llama whiskey y si su procedencia es Estados Unidos se lo suele denominar bourbon.

Los whiskies se clasifican en tres grandes categorías: de malta, de grano y blends. Los primeros se subdividen en single malt, que se hacen con cebada malteada y se destilan en un solo alambique; y pure malt, que admiten la mezcla entre whiskies de malta de distintas destilerías.

Los whiskies de grano se producen con maíz, trigo, centeno o cebada, y son tratados en alambiques de una sola destilería y embotellados en su lugar de origen. Quizás los más populares, los blends son mezclas de granos y maltas. Su sabor es complejo, pero agradable y suave. A este tipo pertenecen las marcas tradicionales Chivas Regal, JB, Ballantines y Johnnie Walker.

Cuando se habla de la edad de un whisky se alude al tiempo que permaneció en el tonel antes de ser embotellado. Si la estancia en madera se prolonga, la bebida conserva más sabor y pierde más alcohol. Según su añejamiento se los clasifica en estándar, que van de los 5 a los 8 años y tienen un costo de entre $50 y $60; premium, que tienen más de 12 años de barril y cuestan entre $100 y $150; y ultrapremium, que tienen más de 18 años y cuestan desde $300 en adelante.

La cata de whisky
Se realiza con un vaso especial, similar a la copa de jerez, pero de forma cúbica. Es importante cubrir el vaso porque el sabor puede sufrir cambios notables si el whisky entra en contacto con el aire. La cata es un proceso que se lleva a cabo con los ojos, la nariz y la boca.

Al mirarlo, se puede analizar su color y su densidad. La existencia de tintes dorados fuertes habla de su larga permanencia en barril; su presencia leve, de su corta edad. Puede ir de un color ginebra claro a uno melaza, con una amplia gama intermedia de tonalidades. Verlo también delata su cuerpo: si corre lentamente por las paredes del vaso es espeso; si no, ligero. Puede catarse puro, con una gradación de hasta 63% de alcohol, o agregarle agua mineral hasta llevarlo a 20%.

En cuanto al sabor, los sabores inmediatos son sólo cuatro: el dulce, que se siente con la punta de la lengua; el salado y el agrio, con los costados; y el amargo, con la parte posterior. La mayoría de los whiskies presenta una mezcla de todos ellos, con distintas armonías, que pueden tener dejos frutales, florales, cereales o acaramelados.

Debido a la complejidad de su sabor y a su alta gradación alcohólica, el whisky no puede combinarse con cualquier comida. Puede funcionar bien con langosta; salmón ahumado; carnes de venado, ganso, faisán, cerdo, cordero y comida mexicana. No es recomendable para acompañar cortes vacunos.

Fuente: Fortunaweb